DEL KIOSCO AL MUNDO Y VICEVERSA. Itinerarios textuales y visuales del Diario de Poesía

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Viviana Usubiaga

CONICET – IDAES/UNSAM - UBA



Resumen

El Diario de Poesía fue uno de los proyectos editoriales más significativos y continuos de los últimos años en América Latina. Creado en 1986 entre las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Montevideo, a lo largo de sus 25 años de existencia se convirtió en un lugar fecundo para los encuentros entre artistas visuales y de las letras. Si bien tuvo como protagonista a la poesía, la publicación constituyó un complejo espacio de circulación de debates estéticos y políticos. Este trabajo estudia sus estrategias de circulación, su formato y recursos visuales que componen sus páginas. Se analiza su itinerario en una red de revistas culturales que teje a partir de un pensamiento crítico sobre el legado de las vanguardias. Se aproxima a ciertos momentos esclarecedores de sus 82 números comprobando una trama de imágenes poéticas y visuales que registran las variadas discusiones que han atravesado las disciplinas entre el último cuarto del siglo XX y comienzos del XXI. Entre ellas, el Diario de Poesía ha tenido un rol fundamental en los intercambios y posicionamientos culturales latinoamericanos y en la difusión del pensamiento contemporáneo sobre las vanguardias.



Palabras claves

Diario de Poesía, Imagen, Vanguardias, Latinoamérica



Abstract

Diario de Poesía was one of the most significant and continuous editorial projects of recent years in Latin America. It was founded in 1986 in between the cities of Buenos Aires, Rosario and Montevideo. Throughout 25 years it became a productive space for encounters between visual artists and writers. Although poetry was the protagonist, the publication set a complex space for the circulation of aesthetic and political debates. This paper studies the circulation strategies´ of Diario de Poesía and its format and visual resources that make up their pages. Aims to analize a network of cultural magazines that provides a critical thought about the avant-gardes´ legacy, and focuses at certain moments of its 82 numbers when poetic and visual images recorded the varied discussions that the disciplines have gone through between the end of 20th century and the beginning of the 21st. Among them, Diario de Poesía has played a fundamental role in the exchanges and cultural positions of Latin America and in communication of contemporary theory about avant-gardes.



Keywords

Diario de Poesía, Image, Avant-garde, Latin America



Es fácil ver que la mayoría de las revistas culturales latinoamericanas de fin de siglo

son hijas de un deseo, no de una necesidad del mercado.

En la tradición de las "revistas-manifiesto" de las vanguardias,

responden básicamente a las ganas de decir algo,

de puntualizar ciertos problemas, discutir, ya el canon,

ya cierta idea de la cultura, ya cierto estado de las cosas.

Daniel Samoilovich (1998)



El Diario de Poesía fue uno de los proyectos editoriales más significativos y continuos de los últimos años en América Latina. Creado a mediados de la década de 1980 entre las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Montevideo, a lo largo de sus 25 años de existencia se convirtió en un lugar fecundo para los encuentros entre artistas visuales y de las letras. Si bien tuvo como protagonista a la poesía, la publicación constituyó un complejo espacio de circulación de debates estéticos y políticos, a la vez que se posicionó como un peculiar artefacto enraizado en las artes visuales, tanto en la concepción plástica de su formato y en la multiplicidad de recursos visuales que componen sus páginas, como en sus propios contenidos. En otras palabras, a lo largo de sus 83 números se teje una trama de imágenes poéticas y visuales que registran las variadas discusiones que atravesaron las disciplinas entre el último cuarto del siglo XX y comienzos del XXI. Entre ellas, el Diario de Poesía ha tenido un rol fundamental en los intercambios y posicionamientos culturales latinoamericanos y en la difusión del pensamiento contemporáneo sobre las vanguardias.



Orígenes



El poeta y periodista Daniel Samoilovich colaboraba aportando reflexiones sobre poesía en la revista cultural Punto de Vista, creada por Beatriz Sarlo en 1978, cuando comenzó a pensar la posibilidad de crear una publicación anexa dedicada específica e íntegramente a la poesía. Más tarde descartó la idea del suplemento para idear la edición de un periódico exento sobre poesía, cuyo programa maduró junto a sus amigos y colegas Martín Prieto y Daniel García Helder hacia 1984. Para la concreción y perdurabilidad de este proyecto editorial fueron clave dos premisas: su formato tabloide y su distribución y venta en kioscos. Samoilovich tenía en mente otros proyectos editoriales que había conocido o en los que incluso había trabajado años antes cuando vivió en España. Revistas especializadas en materias diversas como medicina que volcando sus contenidos en esa matriz de papel periódico habían logrado aumentar su circulación. De alguna manera la experiencia de lectura tan diferente a la del libro, en ese formato tan portable como difícil de guardar en una biblioteca, lograba hacer más concreto y efectivo su uso. “Como es muy incómoda de guardar, no hay más remedio que leerla antes de tirarla” –recordó el poeta haber escuchado sobre aquella idea editorial:



Así fue que pensé que, por más que la poesía sea de lo más duradero que hay (Horacio dijo que sus versos vivirían mientras viviera el imperio y la religión de Roma, y se quedó corto), lo cierto es que la poesía vive cada vez que alguien la lee, no cada vez que alguien plumerea una biblioteca. De modo que la combinación de algo efímero como el periódico con algo casi eterno, o de lo más parecido a la eternidad que podamos pensar, como la poesía, me parecía de lo más excitante: por otra parte, a los poetas suele gustarnos esa clase de combinaciones de opuestos, más que la concordancia y la monotonía. (Samoilovich 1998)



Se trataba así de sostener un diario potencialmente descartable pero de contenidos perennes. Con estos principios y la idea de las secciones que tendría (reportaje, ensayo, poemas, una agenda con noticias y concursos) Samoilovich habló con su amigo, el artista Juan Pablo Renzi, para que pensara un posible diseño, “sencillo y versátil que pudiera manejarse desde la redacción, sin necesitar un diseñador para cada nota de cada número.” (Samoilovich, 2006: 11) Tenía en mente algunas de las tapas que Renzi había hecho para Punto de Vista. A los pocos días el artista había dibujado una docena de páginas maestras, una propuesta de tapa y un logotipo. “Eran dibujos, cada página era un dibujo con sus rayitas en vez de texto y sus fotos cualesquiera, redibujadas o pegadas o evocadas con rectángulos negros”, recuerda el poeta. (Fig. 1) En otras palabras, el formato del Diario nació junto con la idea del contenido. El proyecto tenía algo de periódico ilustrado, “una revista exigente en su contenido pero animada en su forma”, que recurría a los protocolos visuales del periodismo gráfico: título, subtítulos copete, imagen, epígrafe, elementos que establecen jerarquías en la página. Renzi parecía ser la persona indicada para su desarrollo visual, se convirtió en el director de arte del Diario hasta su muerte en 1992, cuando fue reemplazado por Eduardo Stupía. También escribió una columna, sin demasiada continuidad, llamada “Pintada. La columna de Juan Pablo Renzi.”1



Fig. 1. Juan Pablo Renzi Boceto de tapa nº 3 de

Diario de Poesía, 1986.Tinta al agua sobre papel, 30,8 x 21,7 cm.



El proyecto de la revista fue madurando durante 1985 al tiempo que se sumaban para trabajar en la propuesta amigos y colegas porteños, rosarinos y residentes en Montevideo como fue el caso de Elvio Gandolfo. En marzo siguiente comenzaron a trabajar en el primer número que finalmente salió a la venta en julio de 1986. El primer consejo de redacción estuvo integrado por Diana Bellessi, Jorge Fondebrider (secretario de redacción), Daniel Freidemberg, Gandolfo, Daniel García Helder, Ricardo Ibarlucía, Martín Prieto, Mirta Rosenberg y Samoilovich (director). Más tarde se unieron Jorge Ricardo Aulicino y Josefina Darriba como coordinadora. Aquel primer número tuvo una tirada de cinco mil ejemplares que, para sorpresa de todos, se agotó. Debieron realizar una segunda tirada de dos mil ejemplares más.



Fig. 2. Daniel García Helder, Martín Prieto, Daniel Samoilovich, Hugo Padeletti, Juan Pablo Renzi, Jorge Fondebrider y Ricardo Ibarlucía, frente a carteles de Diario de Poesía la noche de la presentación del nº 1 en Buenos Aires, 1986.

 

 

El lanzamiento del Diario fue precedido por una pegatina de afiches en la vía pública (Fig. 2). Este fue también uno de los rasgos distintivos de la publicación que, a diferencia de otras revistas culturales, hacía uso de los canales de circulación y de los recursos utilizados por la prensa masiva. No sólo en la opción por el kiosco, es decir, por ocupar el espacio de la calle en lugar de circunscribirse a la librería especializada, sino por sus estrategias comerciales. Al respecto, Samoilovich ha señalado:

Una idea que estuvo bastante clara desde un comienzo era que la revista podía tener avisos, pero no a la manera de muchas revistas literarias –como Sur en su momento, o la Revista de Occidente– que tenían algunos anuncios agrupados en las últimas páginas como si fueran algo vergonzoso o contaminante. En ese sentido, me gustaba el concepto de la revista italiana Alfabeta, de literatura y filosofía, en la cual los avisos aparecen en el medio de la página. La idea era: si vendemos un aviso, ojalá le sirva al anunciante, así vuelve a anunciar.” (2006)

En los primeros números del Diario también pueden encontrarse anuncios que dan cuenta de una red de revistas literarias y culturales que se apoyaban y sustentaban mutuamente, por ejemplo, con Punto de Vista, Quimera, El Porteño, Babel, entre otras.

El primer número contenía un dossier dedicado a Juan L. Ortiz, una entrevista a Hugo Padeletti, poemas de Allen Ginsberg –en cuyas traducciones había colaborado Eduardo Stupía a la vez que había realizado el reportaje al mismo poeta beatnik– y “Las memorias de Kikí de Montparnasse”, modelo del pintor Fujita y amante de Man Ray. La foto principal de la tapa era un retrato de Kikí semidesnuda, que en los afiches callejeros había cobrado mayor tamaño. Esta imagen fue el blanco de cierta censura puritana durante una marcha contra la ley de divorcio que se estaba tratando en el Congreso por entonces. La ley que autorizaba el divorcio, hasta ese momento un tema tabú en la sociedad argentina y ampliamente resistido por la Iglesia católica cuyos fieles salieron a manifestarse en las calles. Su aprobación significó un punto culminante de “modernización cultural” luego de la dictadura. A pesar de las resistencias, la ley sobre divorcio contaba con amplio consenso y fue sancionada a comienzos de 1987.

En efecto, la imagen del cuerpo de Kikí –cuya exhibición era en realidad mucho más sutil que las que formaban parte del “destape” durante los años del regreso de la democracia– fue fugazmente anatematizada por aquellos grupos de extremistas católicos. Al día siguiente de la marcha, en los carteles pegados en la avenida 9 de Julio y Alsina, los pechos de Kikí aparecieron tachados, pudorosamente cubiertos con un top pintado con aerosol rojo y con la palabra graffiteada que la condenaba como: “Puta”. (Fig. 3) Los miembros del Diario ironizaron sobre la cosecha de admiradores y detractores que había generado aquella primera y audaz tapa. “No le preocupó la poesía, ni Juanele, ni Juan Gelman: el tipo se fue directo contra las tetas de Kikí; al lado pintó ‘puta’ en una prosa perfecta, sin errores de ortografía. Quizás no supo dónde cometerlos. Durante quince días, Kikí quedó allí, sonriendo, con el corpiñito rojo y su mirada desafiante: ‘¿Y qué?’”2



Fig. 3. Afiches callejeros con la tapa del primer número del

Diario de Poesía intervenida sobre la imagen de Kikí de Montparnasse.



Imágenes



La editorial de aquel número 1 de Diario de Poesía era muy clara al exponer los objetivos de la publicación que se publicitaba con el provocativo slogan: “¡Basta ya de prosa!”

La poesía de este siglo es de por sí bastante difícil como para que además se agregue opacidad en su presentación, escasez informativa, y en general se prodiguen señales de un goce autofinanciado en que muy pocos entiendan de qué se trata.

En cuanto a esta publicación, de lo que trata es de tentar los límites de circulación de la poesía, en lugar de aceptarlos como un dato ya establecido. Esta tentativa sería poco seria si, por buscar un margen más amplio de lectura, partiera de una simplificación de lo que la poesía es, eligiendo lo supuestamente ‘más fácil’ para llegar a los más. En lugar de ello, nos hemos imaginado un lector sensible, inteligente e interesado, aunque no necesariamente un erudito, y nos propusimos crear para él un ámbito donde todas las voces que nos parecían de valor pudieran hacerse oír, independientemente de su ‘claridad’ u ‘oscuridad’.3



En la creación de ese ámbito de expresión plural que además se distanciara de la opacidad en la presentación del lenguaje poético, fue clave el desarrollo visual de la revista. La primera maqueta realizada por Juan Pablo Renzi había establecido una tapa dividida en cinco columnas que podían unirse por sectores y de modos diferentes. Esta estructura –que perduró hasta el último número– se encuentra coronada por el nombre de la revista donde la palabra “poesía” adquiere una presencia ordenadora en la lectura global de la tapa. Al repasar las virtudes de esa arquitectura inicial mentada por Renzi, Stupía ha señalado que es “virtualmente indestructible” por la suerte de “audacia estructurada” que el primer director de arte había logrado en su diseño. “Creo que la maqueta ha sobrevivido veinte años porque tiene algo apropiado que te permite diseñar, una especie de rigidez dinámica. [...] Si hubiera que examinar porqué decimos que es indestructible, habría que pensar qué elementos fijos la anclan muy fuertemente en lo visual. Y la palabra POESÍA, y hasta esa ese anómala justo en el medio del universo geográfico de la tapa, ordena todo.” (2006)

Por otro lado, el contenido visual de las portadas, fueran fotos o dibujos, daba siempre lugar a lo inesperado, a lo probable en relación con un artículo pero incluso a “lo incomprensible en términos de una primera legibilidad.” Cada una de las imágenes incorporadas era resultado de una decisión meditada y ensayada por Renzi. Así lo demuestran las decenas de bocetos de tapas y portadas para los dossiers realizados por el artista, que en realidad exceden las cualidades de un boceto por sus trazos detenidos y nivel de detalle. Renzi no sólo diagramaba los espacios y ubicación de los materiales en la hoja sino que ideaba las tipografías y dibujaba en forma minuciosa cada una de las imágenes fotográficas o de ilustración que acompañarían a cada artículo. La comparación con los resultados impresos de las primeras ediciones, permite apreciar su maestría como dibujante al tiempo que conocer sus peculiares propuestas para articular la palabra con la imagen. (Fig. 4) Las ilustraciones nunca eran serviles al texto, más bien se deslizaban entre líneas pulsando sus sentidos. De esta manera, las imágenes y las notas, aún siendo de universos diversos y ajenos, una vez puestas juntas funcionaban y con el tiempo el Diario logró un peculiar “contexto escénico propio, de legalidad visual.”



Fig. 4. Juan Pablo Renzi, Boceto de tapa Dossier 2: el lagrimal trifurca, 1986. Tinta al agua sobre papel., 28 x 22 cm.



Por otro lado, los recursos visuales utilizados provenían de muy diversas fuentes. Podía tratarse de retratos realizados por un fotógrafo local como fotografías importadas de otras publicaciones; dibujos hechos especialmente para el Diario o imágenes extraídas de otros impresos antiguos o contemporáneos; historietas y libros de medicina; reproducciones de cuadros, obras maestras de la historia del arte universal o pequeñas viñetas de mano anónima. Todo este caudal de imágenes, como archivos visuales disponibles, ha sido el material utilizado para los diferentes montajes, como constelaciones gráficas orbitando en cada página. En este sentido el Diario ha desplegado un singular espacio donde la edición literaria convive en equilibrio con el collage plástico.

Esta postura de comunión entre lenguajes se sostenía en relaciones concretas con los integrantes del campo de las artes visuales. El mismo Renzi propició que la presentación del número 1 del Diario en Buenos Aires se realizara en la galería de arte Ruth Benzacar.4 El 11 de julio de 1986 las puertas de la galería porteña se abrieron para los poetas que fueron ampliamente acompañados por sus amigos pintores. Renzi escribió y leyó para la ocasión:

En estas épocas tan duras para la subsistencia del arte y de los artistas, en estas épocas en que todo parece querer referirse al aburrimiento de los actos seguros, la publicación de 5.000 ejemplares de una revista exclusivamente dedicada a la poesía, parece una utopía demente y por demente muy seductora, tanto que nos atrajo a todos, aún a los que no somos poetas. Alguien se preguntará seguramente, como yo mismo lo he hecho: ¿qué hace un pintor en un proyecto de poetas? Después de la respuesta más obvia –ocuparse del aspecto visual de la publicación– queda otra, más compleja y que tiene que ver [...] con una idea, mejor dicho, un deseo, también personal, de restituir aquél viejo diálogo estético entre pintores y poetas. (1986)

Con obras de Berni como telón de fondo,5 se hicieron lecturas de poemas y se cerró la noche con un recital del poeta y artista visual Hugo Padeletti. La velada fue descripta como una fiesta, “y a que lo fuera ayudaban los pintores –relataba la editorial del segundo número–. Que la fiesta se realizara en una galería de arte contribuía a destacar el aspecto de confluencia poetas-artistas plásticos.”6



Fig. 5. Página de artista dedicada a Juan Pablo Renzi.



Más allá de la composición visual de cada página, el Diario destinó un espacio particular a los artistas plásticos, creando desde su segundo número la sección “Página de artista”. Allí se reprodujeron a página completa dibujos, pinturas o fotos de reconocidos creadores junto a una breve biografía o reseña crítica al pie. Inauguró la sección una obra del propio director de arte del Diario (Fig. 5) junto a un texto de Juan José Saer que se había adentrado en las configuraciones inestables que el artista rosarino comenzó a transitar a comienzos de la década:

Como el sentido se le escapa, poco a poco comprende que da lo mismo que llame a lo que está viendo percepciones o visiones. Con o sin alcohol, piensa a veces, el delirio, aunque cambie de forma, es uno e indivisible. Toda forma, por otra parte, bien mirada es una mancha, todo objeto compacto y nítido torbellino, todo momento calmo infinitud a la deriva. Huracán o brisa, siempre le está soplando en la cara, sin darle casi tiempo a parpadear, el viento de lo visible. Esa jungla de manchas estables o cambiantes, de sensaciones íntimas y familiares pero a menudo incomprensibles. (Saer 1986: 11)

Lo siguieron las páginas dedicadas a: Enrique Aguirrezabala, Ana Eckell, Luis Felipe Noé, Alberto Heredia, Fernando Fazzolari, Stupía, Américo Castilla, León Ferrari, Guillermo Kuitca, Mimi Doretti, Luis Pereyra, Pablo Suárez y Eduardo Medici (Fig. 6).7 En ocasión de la muestra individual de Renzi en Ruth Benzacar se editó una versión especial en “Página de Artista” bajo el título de “La Poesía de los visible” en las que se incluía fotos del artista en su taller y obras acompañadas por los textos dedicados al artista rosarino de tres poetas Saer, Edgar Bayley y Raúl Santana.8

El conjunto de las “Páginas de Artista”, sin duda, configuran un pequeño panorama de las producciones plásticas que de alguno u otro modo acompañaron a la producción poética contemporánea.



Fig. 6. Página de artista dedicada a Enrique Aguillezabala.



Momentos

En el segundo editorial en la primavera de 1986 se señaló que el Diario había sido “bienvenido y comprendida su intención de traer algo nuevo, de contribuir a la recomposición de lo que fuera aventado por tantos años de terror y exilio.” Se lo reconocía así como un proyecto signado por los años de la postdictadura. Una publicación que pasada la euforia primera por el regreso de la democracia en Argentina, se asentaba como un proyecto maduro y reflexivo respecto del estado de la cultura. En este sentido, Eduardo Stupía ha reconocido que:

El Diario no sale en el ‘83, en el momento mismo de irrupción democrática; para este particular fenómeno del Diario, hicieron falta tres años de desaceleración y aceleración. De desaceleración militante, probablemente, y de aceleración en otros órdenes en los que la sociedad y sus productores de bienes culturales estuvieran en la misma tesitura, en la misma sintonía, bajo el mismo síntoma. Por alguna razón el Diario sale recién en el ‘86, cuando la democracia ya tenía problemas de la democracia, económicos fundamentalmente, y muy graves en lo institucional. Y de repente me parece que todo eso que fue la postdictadura maceró también de un modo u otro, indirectamente, elípticamente, la aparición de un fenómeno como este, como hubo otros, muchas otras instancias que, quizás, al estudiarlas nos permitan ver cómo se recompuso la sociedad y cómo volvió a ponerse en movimiento en una dirección diferente a la dirección militante. Así como en los ‘70 lo que quizás unía o separaba más a la gente era la ideología, y no tanto las adhesiones o fanatismos culturales.

Después de toda esa curva trágica, primero épica y después trágica, hay que ver cómo enfrentó la sociedad la construcción de un nuevo rumbo en instancias no necesariamente de franca militancia política. (2006)

En el momento de gestación de la revista la tarea parecía urgente, como una iniciativa más que, sumada a otras dentro de la esfera cultural, trabajaba para recomponer los lazos comunes, generar un foro de debate cultural e intervenir en la construcción de una sociedad plenamente democrática.

Si bien el Diario no naturalizó la escritura de editoriales en cada uno de números, fue el espacio que en ocasiones su consejo de redacción utilizó para explicitar sus posturas frente a ciertos acontecimientos políticos insoslayables para el espíritu del proyecto. Fue así como tras el levantamiento de los militares carapintadas de Semana Santa de 19879, a modo de editorial la revista reprodujo en su número 5, un texto elaborado en forma conjunta con otras revistas como Revista Unidos, Gaceta Psicológica, Revista Argentina de Psicología y Punto de Vista. Con el título “Por una Argentina con futuro, contra una argentina oscura” el apelativo texto incitaba a los lectores a asumir la democracia como un bien común que, como tal, debía ser defendida por todos:

El terrorismo de estado, norma de hierro en los años del Proceso, es reivindicado ahora por grupos minoritarios pero poseedores de los medios para obtener sus fines. Para esos sectores del autoritarismo civil y militar, la democracia no es un valor. Quienes creemos, en cambio, que la democracia es un bien irrenunciable no deseamos que el ejército patrulle otra vez nuestra ciudad, ni que sus socios civiles manejen la economía vaciando el país. ¿Desea usted que le digan qué puede leer y qué no, qué películas puede ver y cuáles no? ¿Desea vivir una vez más la triste incertidumbre sobres sus hijos perseguidos o desterrados, la tragedia humillante de la tortura, las desapariciones o la guerra? (12)

A la crisis institucional del gobierno alfonsinista se sumó el agravamiento del deterioro económico nacional hacia finales de la década. La continuidad del Diario se encontró en peligro por estos avatares y sus hacedores convocaron a sus lectores en forma peculiar. Comenzaban citando un diálogo de Miguel de Cervantes: “Babieca: Metafísico estáis. / Rocinante: Es que no como.” Y continuaban invitando a sumar el apoyo económico para encarar el nuevo año: “Diario de Poesía está atravesando en este, su segundo año de vida, una crisis económica seria. No está metafísico: es que no come. No se trata de un descenso extraordinario de la cantidad de ejemplares vendidos –un promedio de 2500 por edición en este año, lo cual constituye un número alentador– sino de definitivo recorte que la inflación hace al dinero percibido por la venta de ejemplares así como a los ingresos por publicidad.”10 A pesar de las dificultades, el Diario subsistió, mientras en el ángulo superior derecho de su tapa, donde figuraba el precio del ejemplar, parecía marcarse el ritmo en ascenso acelerado del índice inflacionario hasta el colapso en 1989.11

Desatada la crisis de la hiperinflación y luego de las elecciones que dieron ganador a Carlos Saúl Menem, el 1 de julio Ricardo Alfonsín presentó su renuncia en el Congreso y el 8 de julio de 1989 asumió el nuevo presidente, seis meses antes del plazo constitucional. Antes de terminar el año, Menem había ofrecido el indulto a 280 militares y civiles acusados de violación a los derechos humanos durante la dictadura y de sublevación durante el gobierno de Alfonsín. Por esa razón, en diciembre de 1989 el Diario publicó una solicitada de “Los poetas contra el indulto”. Una larga lista de hombres y mujeres de las letras firmaban una sintética y contundente postura: “nos manifestamos en contra del INDULTO, PUNTO FINAL y OBEDIENCIA DEBIDA, y de cualquier otra forma jurídica que deje en libertad a los culpables (así declarados por la Justicia) de cometer crímenes de lesa humanidad.”12

Al cabo de un año, mientras el gobierno redactaba el decreto presidencial que indultaría a los jefes militares de la dictadura –finalmente firmado el 29 de diciembre de 1990–, se montó un encuentro latinoamericano de escritores organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación. Se anunció que a su cierre hablaría Menem en el Teatro Cervantes. Los integrantes de Diario de Poesía decidieron participar en las cuatro mesas a las que habían sido invitados y difundieron en las mismas un breve texto en el que, junto a otros participantes, llamaban a no concurrir al acto de Menem, “en señal de repudio a la falta de apoyo real a la cultura desde las esferas oficiales, al desmantelamiento de la educación pública y a la decisión presidencial de indultar a los ex-comandantes de las Fuerzas Armadas y otros condenados por la justicia. Nuestro rechazo –decía el texto– no es a la formalidad de que el presidente de la república cierre un acto cultural: sino concretamente al político Menem y a su política.”13 El boicot fue registrado por la prensa, incluso extranjera. Según reseñaron varios periódicos, el día del cierre del encuentro, a falta de escritores, los funcionarios hicieron bajar de los coches oficiales a sus choferes y guardaespaldas que, entre risueños y asombrados, tomaron posición en las butacas del teatro semivacío. Más allá de lo anecdótico, la editorial dedicada al episodio concluía a tono con el panorama desolador:

Créase o no, cuando salió el número anterior de esta publicación ligeramente trimestral el indulto no se había producido, y si ahora parece historia antigua es porque este país canibaliza acontecimientos a un ritmo desaforado. Sin embargo, vale la pena recordar que hace cuatro meses algunos chacales estaban todavía presos y este pequeño país era un poco más grande y mejor de lo que es hoy. No al olvido, no al olvido, no al olvido.

En 1992 falleció Juan Pablo Renzi. A partir del número 23 se hizo cargo de la dirección de arte Eduardo Stupía quien continuó trabajando sobre la estructura gráfica de su predecesor dinamizando las posibilidades de esa suerte de pentagrama de 5 columnas, siembre desbordadas de formas. (Fig. 7)



Fig. 7. Eduardo Stupía, Boceto de tapa Dossier 32: Jazz y poesía, 1994. Técnica mixta sobre papel, 43 x 28 cm.



La participación en el Festival Internacional de Poesía de Medellín en 1993 y del grupo que convoca al primer Encuentro de Poetas Hispanoamericanos de Fin de Siglo en Bogotá fue el punto de partida de la colaboración sostenida del Diario en ambos eventos a lo lardo de la década del ´90. Los contactos e intercambios producidos en esos encuentros se vislumbran en las páginas del Diario e intensifican la presencia de la poesía latinoamericana en la publicación. Si bien fue pionero el dossier dedicado a la poesía brasileña en 1987 (Fig. 8) en los años siguientes, aparte de la publicación de la poesía contemporánea de América Latina en diferentes ocasiones, se elaboraron dossiers especiales sobre poesía peruana (primavera 1994), venezolana (verano 1996), de poesía concreta del Brasil (invierno 1997), entre otros. En 1994 D. H. Helder y Osvaldo Aguirre elaboraron un dossier dedicado a Marosa di Giorgio impulsando el relanzamiento de la revista en la ciudad de Montevideo con la presencia de la poeta uruguaya.



Fig. 8. Juan Pablo Renzi, Boceto de tapa Dossier 5: Poesía brasileña, 1987. Grafito sobre papel, 21,7 x 28 cm.



Ese mismo año el Diario convocó al Primer Concurso Hispanoamericano de Poesía para poemarios inéditos, se recibieron centenares de trabajos en especial de Argentina, Chile, Colombia y Uruguay. Ganó el primer premio Martín Gambarotta con su libro Punctum. En la segunda edición en 1996 fueron distinguidos con el primer premio compartido Santiago Llach y Santiago Vega. En 1999 el premio se organizó junto a la editorial Vox de Bahía Blanca y el jurado otorgó el máximo galardón al chileno Germán Carrasco por su libro Calas (kermese).

El Diario se posicionó como una revista cultural de referencia no sólo en la Argentina, sino en las redes latinoamericanas y sus conexiones internacionales. En 1998 participó de la fundación de la Asociación de Revistas Culturales Argentinas. Samoilovich fue elegido presidente de la misma. Desde ese lugar, la publicación participa también de la fundación, en 2000, de la Federación Iberoamericana de Revistas Culturales, de cuya primera junta directiva formó parte el director. Asimismo cabe mencionar entre otros encuentros la participación en 1997 del Primer Encuentro Iberoamericano de Revistas Culturales, organizado en Bogotá por la Asociación de Revistas Culturales de Colombia. En octubre del mismo año, en el Encuentro “La cultura de un siglo: América Latina en sus revistas” y en marzo de 1998, en el Encuentro de periódicos literarios ‘O vehículo da poesia’ en la Biblioteca Municipal Mario de Andrade de San Pablo. En cada una de estas reuniones sus representantes compartiron con otras publicaciones las peculiaridades de su caso. Se discutieron los modos de entender la tradición de las vanguardias en sentido amplio que subyace en la experiencia como revista cultural y que se filtra en sus contenidos. Las páginas del Diario contienen en su estructura dinámica las variaciones del arte experimental. Hay en ellas una apreciación y lectura rigurosas de las vanguardias, llámense vanguardias rusas, cultura beatnik o concretismo en América Latina.14 Sin las construcciones de jerarquías que pueda forjar el tiempo cronológico o las latitudes de origen, las producciones estéticas que han provocado algo por fuera de la norma (de la métrica sin abolirla), están allí presentes, en simultáneo, apareciendo aquí y allí, en textos e imágenes. En definitiva, el Diario mantuvo el ejercicio constante de pensar las posibilidades contemporáneas de la herencia de las vanguardias. Un ejercicio que necesariamente debió asumir la actuación del mercado en general y en la vida de las revistas culturales en particular. Su director expresó en el último encuentro mencionado:

a diferencia de las "revistas-manifiesto", a la cual la propia ruptura les creaba un sitio, alimentado por la solidez de un canon establecido, o, al menos, de un gusto convencional fuertemente asentado, hoy una revista se enfrenta con sociedades más complejas y cambiantes [...]. No se trata solo de que el canon esté más disperso, o que el gusto predominante sea menos firme; por sobre todo, en un mundo que se aleja aceleradamente de la Galaxia Gutenberg, el gran enemigo no es el rechazo sino la indiferencia. En ese mismo marco, la idea futurista de tirar la tradición por la borda, o la surrealista de arrancar a la literatura de las bibliotecas, no tienen aplicación directa: la tradición se hunde sola, empobreciendo el mundo, y las bibliotecas languidecen también solas, dejando paso a un paisaje y unas lenguas sin profundidad histórica.

En ese marco, si las revistas quieren durar se ven forzadas a articular cierta relación con el mercado que a sus predecesoras las tenía sin cuidado. Y una de las novedades quizás sea justamente esa, que quieren durar, pues no están pensadas para el apocalipsis de la revolución mundial sino para defender cierta relación con la tradición y cierta relación con el cambio. Para hacerse un sitio, entonces, no basta con sorprender o escandalizar; y especialmente para conservarlo, las revistas necesitan asentar un lugar en un mercado saturado de información y de bienes culturales o semi. De las vanguardias, entonces, las revistas heredan un espíritu, un propósito crítico; de las revistas comerciales, necesitan adoptar un horizonte profesional y unos sistemas de producción y circulación que las alejan de las revistas manifiesto, pero sin los cuales se tornarían aventuras privadas, sin peso en un espacio público extendido, fragmentado, complejo. […] La opción de base es entonces clara, hacer una revista que ningún estudio de mercado aconsejaría. Pero si la primera decisión es no hacer una revista para el mercado, la segunda es lograr que ese producto no mercantil se venda. Dicho de otro modo: hacer lo que a uno se le da la gana, pero no para uno mismo, sino para otros. ¿Qué sentido tendría, si no, una revista? (Samoilovich, 1998)

En esas relaciones estratégicas que el Diario supo construir, solo dilató su periodicidad en el primer semestre de 2002 luego del caos económico que se vivió en la Argentina a fines del 2001. A pesar de las dificultades de la época, las energías de los colaboradores se fueron renovando con el ingreso de nuevos miembros.



Fig. 9. Exposición “¡Basta ya de prosa! Veinte años de

Diario de Poesía 1986-2006”, 7 de septiembre al 1 de octubre de 2006

Galerías del Centro Cultural Parque de España/AECI, Rosario, Argentina



Luego de cumplir 20 años de existencia en 2006 y celebrarlo con una exhibición (Fig. 9) y la organización del seminario “Ut pictura poiesis” en el Parque Espala de Rosario, hacia 2007 se reorganizó el Consejo de Dirección integrado a partir de ese año por Edgardo Dorbry, Pablo Gianera como secretario de redacción, Matías Serra Bradford, junto a Samoilovich, Stupía, Aguirre, Ibarlucía y Rosenberg y a Jaime Arrambide que se sumó en 2010.

Al alcanzar sus 25 años y la publicación del número 82, se organizó una segunda exposición en el Espacio de Arte de la Fundación Osde en Buenos Aires, que fue inaugurada en febrero de 2012. (Fig. 10) Sin haber sido programado de ese modo, el catálogo de aquella exposición, que adoptó el formato tabloide, se convirtió en una suerte de último número de la revista.



Fig. 10. Exposición 25 años de Diario de Poesía, 9 de febrero al 31 de marzo de 2012,

Espacio de arte de la Fundación OSDE, Buenos Aires, Argentina.



Diario de Poesía fue entre otras cosas una singular usina de traducción de poesía de todos los tiempos al castellano (Mallol 2012, 2013); se convirtió sin duda en una escuela de papel para la generación de poetas de la década del ’90 y posteriores, abriendo espacios para la publicación de poesía contemporánea inédita, poniendo en discusión y en escena sus lecturas. Su proyecto se inscribe entre aquellos artefactos culturales que lograron romper anquilosadas jerarquías y diluir las separaciones polares entre “alta” y “baja” cultura. Lo hizo también desde una audaz articulación con los recursos disponibles en los tiempos de los medios de masas. Asimismo ha funcionado, en términos políticos, como una caja de resonancia de los acontecimientos más relevantes dentro y fuera del campo artístico. Ha sido hasta su último número, un laboratorio de experimentación que en cada página ensayó hipótesis sobre las relaciones posibles entre la imagen y la palabra, que brindan lecturas punzantes sobre los itinerarios textuales y visuales de la cultura moderna a la contemporánea.



Bibliografía

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1 Véase, Juan Pablo Renzi, “Pintada”, Diario de Poesía, Buenos Aires, Rosario, año 1, nº 4, marzo de 1987, p. 5 y Diario de Poesía, Buenos Aires, Rosario, año 2, nº 6, septiembre de 1987, p. 5, entre otras.

2 “¿Y qué?”, Diario de Poesía, año 1, nº 2, Buenos Aires-Rosario, septiembre de 1986, p. 10.

3 Editorial, Diario de Poesía, año 1, nº 1, Buenos Aires-Rosario, junio de 1986, p. 2.

4 En Rosario se presentó en la librería Ross y el segundo número en la galería Krass con un dossier dedicado a la revista rosarina El lagrimal trifurca.

5 El 10 de junio de 1986 había inaugurado en la galería la muestra individual de Antonio Berni: Juanito Laguna, la memoria de la imagen.

6 Editorial, Diario de Poesía, año 1, nº 2, Buenos Aires-Rosario, septiembre de 1986, p. 2.

7 Entrada la década del ’90 la sección continuó con las páginas de: Luis Wells, Enrique Aguirrezabala, Jorge Gumier Maier, Daniel Scheimberg, Emilio Torti, Roberto Elía, Juan Astica, Felipe Pino, Carlos Gorriarena y Mirtha Dermisache, entre otros.

8 “Renzi: la poesía de lo visible”, Diario de Poesía, año 3, nº 11, Buenos Aires-Montevideo-Rosario, diciembre de 1988, pp. 26 y 27.

9 Encabezados por el teniente coronel Aldo Rico una serie de oficiales del ejército se acuarteló en Campo de Mayo poniendo a prueba las instituciones democráticas durante las Pascuas, entre el 15 y el 19 de abril de 1987. Reivindicando el accionar de las Fuerzas Armadas en la lucha “antisubversiva”, exigían una “solución política” para las citaciones y juicios emprendidos por violación a los derechos humanos. En otras palabras, buscaban la amnistía.

10 “Este no es un aviso de oferta de suscripción”, Diario de Poesía, año 2, nº 7, Buenos Aires, Montevideo, Rosario, diciembre de 1987, p. 5.

11 Es significativo como dato económico de la época que el primer número del Diario salió a la venta en 1986 por 2,5 australes; pasados casi cuatro años, en diciembre de 1989 el costo del número 14 fue de 2.800 australes, el siguiente de 13.000 y el número 16 llegó a 20.000 australes. La moneda continuó devaluándose, en noviembre de 1990 salía 30.000 australes y el número siguiente 50.000. En el número del quinto aniversario, en agosto de 1991, el costo del Diario había llegado a los 60.000 australes.

12 Solicitada, “Los poetas contra el indulto”, Diario de Poesía, año 4, nº 14, Buenos Aires-Montevideo-Rosario, diciembre de 1989, p. 2. El destacado es original.

13 Editorial, Diario de Poesía, año 5, nº 18, Buenos Aires, mayo de 1991, p. 2.

14 Un importante interlocutor en este sentido, que colaboró en reiteradas ocasiones en la revista ha sido Jorge Schwartz, autor entre otros del insoslayable libro Las vanguardias latinoamericanas, editado por cátedra en 1991 y reeditado por Fondo de Cultura Económica en 2003.